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  “En el mundo del deporte no  es oro todo lo que reluce….” 

En los espectáculos actuales, cuando una televisión publica nos muestra una «epopeya deportiva», y al final el éxtasis de la entrega de la medalla de oro por un político de moda a un «crac», como se les llama ahora a los mitad hombre-mitad publicidad, mientras los espectadores de la barra del bar  y el publico del estadio estallan en vítores y aplausos, se nos trata de sugerir que tanto el premiado como la corte de comerciantes, políticos, funcionarios y medios publicitarios que le rodea, y hasta los propios espectadores y todo el país en general, han logrado un hito histórico y un alto grado de autorealización personal y colectivo.

 Pero no es oro todo lo que reluce…….. 

El deporte no es un espectáculo, ni un deportista es un profesional, ni el deporte, en si, tiene ninguna finalidad económica o política. El deporte es algo mucho más sencillo: es un juego. 

El deporte es la realización de una actividad física de forma habitual, no por ánimo de lucro sino como un juego, persiguiendo sus efectos beneficiosos para la salud, practicada de manera programada y con intensidad moderada. Así de fácil. Además, según ya nos enseñaron desde el colegio, el deporte siempre va acompañado de un espíritu noble, recto, caballeresco y respetuoso con el “adversario”. Un juego, si pero además un «juego limpio», sin las malas compañías del mercantilismo y la política. Es decir sin mezclas indeseables.

El deporte interesa principalmente a sus practicantes, por el disfrute personal que supone, aunque a veces también puede atraer por sus componentes estéticos y formativos a determinados espectadores.

 El espectáculo en cambio premia el beneficio empresarial  por encima de todo, justifica la victoria a cualquier precio y a menudo transforma el disfrute del practicante en estrés, y una imagen agradable para el espectador en ansiedad y violencia. Necesita de la teatralidad y de los espectadores para financiarse, e interesa a todos aquellos que tratan de obtener beneficios directos o indirectos.  Su objetivo no es conseguir efectos beneficiosos para la salud de los deportistas, sino para su cuenta corriente, y sobre todo obtener beneficios económicos para sus promotores mediante la distracción y entretenimiento del espectador. Algo así como el circo o los conciertos de rock, aunque curiosamente a estos no se les confunde con el deporte…

También, como es sabido, otros amplios sectores oportunistas obtienen alguna rentabilidad de estos espectáculos, como los medios y los poderes políticos y administrativos. Incluso hasta algunos movimientos sociales, especialmente los de cariz nacionalista, tratan ahora de justificarse, sin ningún sonrojo por su parte en plena era de la internacionalización, con la bandera de los espectáculos deportivos nacionales. 

 Esta concepción bastarda del deporte-espectáculo con tantos recursos económicos, se va extendiendo por la acción de los medios, federaciones y clubes-sociedades anónimas, y a menudo impulsada por la subvención publica, que parece mas interesada en promocionar el espectáculo que el deporte, desde los denominados deportes de masas, que hace ya mucho tiempo se convirtieron en espectáculos multimedia, hasta mas recientemente a los deportes llamados minoritarios, que por su antaño falta de interés económico y escasos espectadores, parecían reservados a los sectores de auténticos deportistas, como era el caso de la vela, por ejemplo.

Así a pesar de que, como antes  se decía, no hay nada más aburrido que contemplar «una carrera de barcas«, ahora hay mucha gente interesada en gastarse su dinero y el de los demás en publicitar estas cosas, por ejemplo financiando ese escaparate publicitario que es la copa América de vela, con el que el espectáculo deportivo ha irrumpido también definitivamente en el mundo de la vela.

  Sin embargo todo este proceso ligado al éxito del mercantilismo del deporte-espectáculo tiene a medio plazo sus consecuencias no deseables. Una de ellas es que se esta perdiendo el interés y el disfrute por la actividad física en amplias capas sociales, y como consecuencia se esta produciendo una sustitución de la practica del ejercicio físico realizado de forma habitual por las aficiones mas pasivas y sedentarias propias del mero espectador, como ocurre hoy en muchos sectores de la población, especialmente infantiles y juveniles.

 También estamos viendo como los clubes deportivos están muchas veces abandonando la promoción deportiva, sustituyéndola por la organización de espectáculos profesionales financiados por federaciones o patrocinadores privados en donde los socios de la entidad pasan de ser los deportistas del evento a meros espectadores. Así cada vez es mas frecuente ver como ciertos “clubes deportivos” organizan “campeonatos del máximo nivel” con una participación nula de deportistas del propio club, simplemente como ejercicio de promoción de los propios dirigentes de club.

Los clubes privados, financiados con cuotas de sus socios  deberían preocuparse muy seriamente por las consecuencias negativas de la sustitución del deporte por el espectáculo para su propia sociedad, antes de dejarse seducir por las promesas de eldorado de los patrocinadores del mundo del espectáculo. Ya que en el mundo del deporte no es oro todo lo que reluce……


Pantano de Entrepeñas

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