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Navegando en solitario con viento moderado en un pequeño velero o las tribulaciones de un patrón sin tripulación

Los pequeños veleros y me refiero con ello a los menores de 25 ó 27 pies de eslora además de hacernos sentir mas la proximidad del mar tienen la ventaja de permitirnos disfrutar de una navegación en solitario sin necesidad de disponer de demasiados accesorios.
Pero navegar en solitario en condiciones de mar y viento moderados exige del patrón una cierta preparación psíquica y física, y del barco tener bien accesibles algunas maniobras mas frecuentes.
Se debe tener además de amor a la dificultad, un conocimiento y una seguridad de lo que ha de hacerse en cada maniobra, así como del momento de realizarlas y de las dificultades, que suelen presentarse casi siempre parejas con el aumento de la fuerza del viento y la altura de la ola.
La preparación física exige fuerza, flexibilidad, orden, equilibrio, precisión, decisión y resistencia. No se muy bien en que orden se nos va a exigir poner a prueba todas estas cualidades pero seguramente en un momento u otro tendremos que echar mano de todas ellas en una singladura en solitario por un mar agitado, amen de lamentarnos una vez mas por haber salido solos..
El barco debiera estar preparado para que las maniobras mas frecuentes se realicen con facilidad por un navegante que, a menudo, experimentara la sensación de que le faltan manos para atender a las exigencias del barco, y que haciendo equilibrios deberá cambiar frecuentemente de posición o lugar para realizar las maniobras necesarias para el buen gobierno.

Habitualmente en un pequeño velero saldremos al mar a motor, generalmente con un fueraborda, desde un fondeo o el pantalón de un embarcadero. A partir de ese momento el disponer de un sistema que nos permita mantener la embarcación aproada al viento, con la caña a la via, sin necesidad de la intervención continuada del patrón a pesar de recibir un viento moderado, resulta esencial para que podamos iniciar las maniobras de izado de la mayor y del foque o parar el motor y subir después el soporte del fueraborda y levantar la cola del motor.
Para ello basta a menudo con la sujeción del extremo de la caña con unos cordones elásticos a las bandas. Debe probarse anticipadamente la precisión de este artilugio ya que el barco generalmente tiene tendencia a caer enseguida hacia alguno de los bordos , hasta que se le regula bien


Se puede observar el aparejo del piloto a la via, los winches próximos a la caña y los cabos de los rizos en la botavara.
La izada de la mayor desde la bañera exige por una parte una preparación de la vela antes de la partida, que haya sido envergado el pujamen para viento en la botavara, el puño de driza en el palo y que la driza este reenviada a la bañera junto a alguno de los winches. También debe instalarse un cunningham. En el caso de que el barco posea burdas, como en el Flash, la izada de la mayor a la altura de las burdas solo es posible con el barco perfectamente aproado al viento ya que con cualquier mínima variación estas bloquearan la vela en su subida.
El izado del foque además de su preparación previa a la salida, incluyendo la colocación de las escotas, exigirá a menudo el desplazamiento del patrón a proa, si no se dispone de enrollador y mas aun si se usa, como en el caso del Flash, un perfil en el estay que si bien mejora la línea de ataque de proa tiene estos inconvenientes en el izado de la vela. Tendremos que envergar el foque en el perfil del estay con una mano mientras que con la otra cazamos la driza que mediante una polea hemos reenviado temporalmente a proa Naturalmente en este caso, cuando estamos en proa izando el foque, el mantenimiento del rumbo aproado del barco con la caña a la via resulta esencial si no queremos vernos girar fuera de control con trasluchadas incluidas. La instalación de un pequeño herraje a pie de estay para guiar el gratil del foque facilita esta maniobra.
La elección adecuada de la vela de proa resulta crucial ya que aunque necesaria puede resultar difícil tomar la decisión de cambiar un Génova por un foque en un viento duro
Después de conseguir izar las velas y cazarlas estaremos navegando a vela. Y seguramente, con viento, mas rápidos de lo que deseamos en ese momento. Aun tenemos que parar el motor, izar el soporte del motor y levantar la cola de fueraborda para que no interfiera en la navegación, y después desconectar el tubo del combustible y estivar el depósito de gasolina. El barco tiene que navegar su rumbo sin nuestra intervención con el aparejo elástico de la caña, mientras nosotros, de espaldas, en la popa realizamos la maniobra.
El cazado y largado de las escotas del foque en las viradas exige que los winches estén situados en la proximidad del lugar que ocupa el patrón con viento, y lo mismo es necesario pedir a la escota de la mayor y a los cabos de su carro tan usados en las rachas de viento.
Un elemento igualmente a considerar es el de toma de rizos. Tarde o temprano en la navegación con viento moderado llegaremos a la conclusión de que vamos pasados de trapo y nos decidiremos a poner un rizo o dos. El navegante solitario debe prever esta posibilidad a ser posible antes de salir, y si no podemos evitar tener que ir al palo a bajar la vela hasta el ollao correspondiente, si debemos al menos tener previamente instalado el cabo del rizo en la baluma, de modo que simplemente podamos cazarlo desde la bañera, adecuando el nuevo puño de escota.
Estas simples preparaciones nos pueden facilitar mucho el trabajo, y una navegación con viento que puede ser apasionante y divertida, se puede convertir si no nos hemos preparado con anterioridad en una experiencia frustrante, en donde el viento y el mar pueden con nosotros y nuestro barco descontrolado puede convertirse en la causa de un grave accidente personal.

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